Desde tiempos inmemoriables
De una forma o de otra el Día de la Madre lleva celebrándose desde tiempos inmemoriales. Los griegos, cuya cultura es la base de la nuestra, hacían celebraciones en honor a Rea, la madre de Zeus. Fue además la madre de Deméter, Hades, Hera, Hestia y Poseidón. Rea era la madre de los dioses, muy diferente a la también celebrada Cibeles, madre de la naturaleza, de abejas y leones, y del resto de animales, personificación de la tierra fértil. Dos madres muy diferentes, y dos conceptos de la maternidad también muy distintos, que han ido forjando nuestra cultura.
Más recientemente
Posteriormente las celebraciones entorno a la madre fueron adoptando a la Virgen María como referente, y distintas fechas se han marcado en el calendario para celebrar el Día de la Madre, unas en mayo, mes dedicado a María en la tradición católica, otras en diciembre, cuando se celebra la Inmaculada Concepción. La idea de fijar la fecha en el calendario y reclamar el Día de la Madre como festividad de manera oficial nos llega a comienzos del siglo pasado, al hacernos eco de Anna Jarvis que fue quien promovió esta idea en Estados Unidos.
Anna Jarvis fue quien consiguió que se pusiera fecha oficial a esta festividad, pero unos años antes la poetisa Julia Ward Howe, activista defensora de los derechos de las mujeres escribió la Proclama del Día de la Madre, que dio pie a la celebración por parte de numerosas mujeres en diferentes ciudades y estados al día de la madre que Jarvis oficializó, y que tenía un carácter más terrenal que las antiguas celebraciones entorno a deidades.
Poco a poco se fue extendiendo por el mundo aquello de oficializar una fecha para celebrar el Día de la Madre, y en España no sucedió hasta 1965, aunque ya había habido varias fechas, incluso una guerra comercial por esocger fecha entre Galerías Preciados y el Corte Inglés, que lejos están de haber inventado esta celebración.
Celebremos
Más allá del consumismo, el Día de la Madre es una fecha en la que celebramos el vínculo más fuerte que solemos encontrar en nuestra vida, la intimidad y cercanía con nuestras madres, su recuerdo cuando ya no están, el amor incondicional, el milagro de la vida, la ternura, el ejemplo y todo lo bueno que dan las madres. Y nos gusta celebrarlo en familia, visitándonos, reuniéndonos, y disfrutando de un día especial, de esos que sin necesitarlo, merecen unas flores.
Curiosidad
Anna Jarvis, promotora de hacer del Día de la Madre una fiesta oficial, y que luchó contra quienes quisieron convertirlo en un simple evento comercial designó el clavel blanco como la flor del Día de la Madre y lo explicó diciendo que:
«Un clavel al marchitar no deja caer sus pétalos, los sujeta abrazándolos, como hacen las madres, que abrazan a sus hijos junto a su corazón, con un amor infinito.»